Publicaciones de Diego Lasso en Cartagena de Indias y Panamá

sábado, 13 de noviembre de 2010

Charlas sobre Literatura, Cine y Música en la Biblioteca Tulio Perlaza

Provocar a los jóvenes
con un libro....


Asistí a la Biblioteca Tulio Perlaza en la comunidad de Mata Redonda a dar unas charlas relacionadas con un título sospechoso y pretencioso.

Imaginen invitar a cuarenta adolescentes a una charla que se llame Fomento a la Lectura, cuando todos estos muchachos están listos a salir del colegio a chatear, a mandar mensajes por celular, a encontrar en la invitación una razón para romper la norma, la regla, la disciplina del colegio; ya vendrán rápido no ellos, sino los bostezos, la pereza, la indiferencia. Podríamos empezar a llamar estas charlas Alí Babá y los cuarenta ladrones que leen...

Como librero que soy, considero que la lectura debería ser un vicio, que al prohibirlo en todas partes, contagiaría sencillamente su consumo.

Somos más propensos a caer en la provocación que a someternos a una disciplina. Y ordenar, fomentar o avasallar con las ventajas que puede ofrecer la lectura es como promover los beneficios de mirar la Luna o el Mar...

Leer debe ser algo tan natural como tomar jugo de naranja en la mañana o comerse un banano cuando tenemos hambre.

Si queremos embriagarnos de palabras por los laberintos del espíritu, si queremos naufragar lentamente en la dulzura de un cuento, en las tormentas de una aventura, en la suavidad o herida de una historia, no necesitamos de sentencias, sino de una orgia de posibilidades.

Leer debe ser un acto de seducción, de enamoramiento, un arrebato caprichoso, un acto de irresponsabilidad con el tiempo, el ocio, el asombro, con la curiosidad. Situaciones poco responsables en una sociedad donde todo debe ser medido, sopesado y útil ante todo.

Dice: Daniel Pennac en los derechos imprescriptibles del lector, que el primero "es el derecho a NO LEER..."

Walter Benjamin dice:

"Los libros como las mujeres pueden acompañarnos a la cama, pero antes es necesaria una seducción mutua, paciente y refinada…"

Alberto Manguel en la Biblioteca de la Noche comenta. "Leer es un acto de enamoramiento..."

Pareciera que estas sentencias, no abruman, resaltan quizás la libertad de asumir un vicio difícil: LEER


Ejemplos individuales y contundentes como el Biblioburro y la Carreta Literaria en Colombia, el primero que cabalga por las trochas y caminos olvidados, buscando un árbol frondoso donde descargar a su jinete Luis Soriano, quien abre libros bajo la sombra de esos árboles, para leerlos a los niños de las veredas y pueblos de la costa Atlántica de Colombia.

Y la Carreta Literaria que rueda Martin en las calles de Cartagena de Indias con libros que se detienen en los parques, escuelas, calles, donde los niños toman , hojean, escogen y leen libros sin obligación alguna, por el impulso natural de la curiosidad. Y como no olvidar al argentino de Rosario que transformo un carro en un tanque de guerra pero con libros y los dona en sus viajes por Argentina. Proyecto al que denomino Armas de instrucción masiva. “En un mundo que invierte cada vez más en armas de destrucción masiva.”






Experiencias que hacen de la lectura un acto compartido, una desbordada insinuación de palabras que viajan, que ruedan, que cabalgan, que embriagan o que se las lleva el viento... Pero que otorgan la libertad de asistirlas o dejarlas.

Volviendo a la Biblioteca Tulio Peraza , esta biblioteca tiene la particularidad de lindar con una Estación de Policía y el privilegio de estar rodeada por un parque público, sembrado de arboles, columpios y bastante verde que desafía el asfalto urbano. Llegar a ella tiene su atractivo y el que la visite aporta su curiosidad entre los libros.

La Estación de Policía que está a su lado me recuerda el cuento de Italo Calvino Un general en la Biblioteca, donde los militares se toman la biblioteca porque consideran que la lectura que allí se realiza altera el orden y la seguridad de Panduria; el pueblo literario de esta narración. Por fortuna en la Biblioteca Tulio Perlaza los policías la frecuentan más por consultar el arsenal de libros, las balas de algún poema, que por un operativo de inteligencia militar.

Estas anodinas palabras de un librero, sumado a reflexiones y opiniones que expresan los adolescentes que han compartido tardes de lectura, hacen parte de un intercambio de dudas, inquietudes y constantes preguntas sobre la lectura. Y que sin una respuesta, ni un libro bajo el brazo o sin el deseo rotundo de leer, los jóvenes se retiran de la biblioteca preguntándose como alguien se sonríe entre las páginas de un libro, mientras la cotidiana vida llora de aburrimiento.

Queda preguntarnos en definitiva ¿ leer es uno de los caprichos difíciles del ser humano?

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